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20100511

M... DE MANOS



Las dos manos se levantaron de la cama a la vez, pero la derecha se puso a trabajar en seguida: afeitó la cara, lavó el cuerpo, buscó los calcetines y luego, en la cocina, asió la taza y la llevó a la boca. Antes de salir a la calle aún tuvo que ocuparse de cerrar puertas y dejar una nota para la asistenta en la nevera. No paraba. Y la izquierda, siempre a remolque, colaboraba de mala gana en tareas auxiliares y luego se refugiaba en el bolsillo.
Juan José Millás. CUENTOS A LA INTEMPERIE

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