ALFABETICAMENTE HABLANDO...

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20110422

E... DE EXCEPCIÓN

Me levanté para irme a dormir. No se merecía ninguna aclaración, pero quise ser indulgente y le dije:
-Excepto la sombra, papá. Hace un minuto dijiste que todas las cosas del mundo tienen por lo menos dos caras. Casi tuviste toda la razón, olvidaste que la sombra, por ejemplo, tiene siempre solo una. Si no me crees, puedes ir y comprobarlo. Incluso podrías hacer uno o dos experimentos. Tú mismo me enseñaste que no existen reglas sin excepciones que las confirmen y que es absolutamente incorrecto generalizar. Te has olvidado completamente de lo que me enseñaste.
Eso es lo que dije. Me levanté, recogí, puse todo en el fregadero y me fui a mi habitación.
Amos Oz. Una pantera en el sótano. Siruela, Debolsillo.

20110417

L... DE LLAVE

Los borrachos de mi vida. Lengua de trapo. Cuando yo tenía ocho años pensaba que lo más importante de un padre era su llavero. Los padres de mis amigas tenían manojos enormes, de hasta veinte llaves o más. Algunos incluso necesitaban dos arandelas para hacer hueco a todas sus entradas. Yo imaginaba garajes, huchas, coches, diarios secretos... Pero lo que más me ilusionaba eran las puertas que abrirían. La llave de la casa familiar era casi igual en todos los llaveros: un poco más gorda que las demás, gris, con unos agujeritos en el alargamiento que entra en la cerradura; imposible saber a simple vista si conduciría a un chalé, un piso o una buhardilla. Pero había otras. De colores, redondas y enanas, con la cabeza de cuero negra, largas y delgadas de color caramelo... Mi padre sólo tenía dos llaves en una arandela de la que también colgaba un escudo. Una para el portal y otra para la puerta de casa. Incluso mi madre tenía dos más que él, para el buzón -porque era ella quien abría las cartas- y para el cuarto de contadores, que escurría oscuridad siempre que se abría y a ella no le daba miedo.