ALFABETICAMENTE HABLANDO...

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20111129

R... DE RECORDAR (...lo que tal vez no existió)

Partiendo de allá y andando tres jornadas hacia levante, el hombre se encuentra en Diomira, ciudad con sesenta cúpulas de plata, estatuas de bronce de todos los dioses, calles pavimentadas de estaño, un teatro de cristal, un gallo de oro que canta todas las mañanas en lo alto de una torre. Todas estas bellezas el viajero ya las conoce por haberlas visto también en otras ciudades. Pero es propio de ésta que quien llega una noche de septiembre, cuando los días se acortan y las lámparas multicolores se enciendan todas a la vez sobre las puertas de las freidurías, y desde una terraza una voz de mujer grita: ¡uh!, se pone a envidiar a los que ahora creen haber vivido ya una noche igual a ésta y haber sido aquella vez felices.
Italo Calvino. LAS CIUDADES INVISIBLES. Biblioteca El Mundo

20111125

P... DE PATRIA (del tamaño de un patio interior)


Sólo acepto una patria sin muertos enterrados. Sin sangre fértil abonando los feraces campos. ¿Que entonces eso no constituye una patria, de acuerdo con la definición universal de patria? Bueno, usted verá, ése no es mi problema. Sólo admito patrias sin inquilinos subterráneos.
Y si eso no fuera posible, me basta un patio, un pequeño patio limpio.
Jorge Riechman. DESANDAR LO ANDADO. Edit. Hiperión

20111122

O... DE OJOS (que no ven...)

Mi tía era muy hermosa y, al verme, sonrió con admiración. Volviéndose hacia mi madre, le dijo:
-Sabes, Minnie, Julius tiene los ojazos castaños más bonitos que he visto en mi vida.
Hasta aquel momento yo no había reparado en mis ojos. Oh, estaba al tanto de que era miope, pero nunca se me habría ocurrido pensar que fuesen nada extraordinario. Consciente ya de mis recién descubiertos encantos y a pesar de que ella no volvió a reparar en mí, alcé las cejas tanto como pude y clavé la mirada en ella de forma descarada con la esperanza de que si mis ojos continuaban sobresaliendo, me echaría un nuevo cumplido. Pero no, estaba ocupada cotilleando con mi madre y al parecer se había olvidado completamente de mí. Seguí merodeando frente a ella, deseando que dijera otra vez algo agradable sobre mis ojazos color castaño.
Habría de pasar mucho tiempo antes de que mirara al espejo… y descubriera que mis ojos son grises.
Groucho Marx MEMORIAS DE UN AMANTE SARNOSO. Edit. Tusquets

20111119

N... DE NOTICIA ( ...ocurra o no)

Como Blas oía hablar de las tantas catástrofes que ocurrían, lo dejó todo y se sentó ante la calle como ante un río imprevisible, esperando el suceso que luego habría de contar a los demás.
Pero no ocurría nada, y entonces se fue casa por casa diciendo que no había otra cosa que el acontecimiento cero.
Y, mientras iba dando la grave noticia, en la calle sucedían crímenes, desastres, accidentes y suplicios de todo tipo.
Sin embargo, en cuanto Blas salía de nuevo, la calle se aquietaba de manera que parecían falsas las noticias que atravesaban la ciudad en todas direcciones.

Lavapiés (El testigo) ERNESTO SANTANA. Edit. Opera Prima

20111115

M... DE MENTIRAS (Y DE VERDADES INÚTILES)





Una mentira piadosa siempre es perdonable. Pero quien dice la verdad sin estar obligado a ello no merece perdón.
Dichos y contradichos. KARL KRAUS. 
Edit. Minúscula

20111102

L... DE LADRÓN (...con sotana)

Se dedicaba a robar cosas -añadió-. Ya sabes, ladrón de tiendas profesional. Pero tenía una buena técnica, así que nunca lo pillaron. En vez de entrar en los comercios con un enorme abrigo puesto, como hacen casi todos, se disfrazaba de cura. Nadie sospechó jamás de él. El padre Freddy, un sacerdote. Pero una vez se vio envuelto en un extraño lío. Andaba cerca del centro, a punto de entrar a robar en un drugstore, cuando se produjo un tremendo accidente de tráfico. Un coche atropelló a un tío que estaba cruzando la calle. Lo cogieron y lo llevaron a rastras a la acera, justo por donde pasaba Freddy. Había sangre por todas partes, el tío estaba inconsciente, parecía que se iba a morir. Una multitud se congrega a su alrededor, y de pronto una mujer ve a Freddy vestido de cura y le pide que le dé los últimos sacramentos. El padre Freddy lo tiene crudo. No sabe ni una sola oración, pero si sale corriendo, se enterarán de que es un impostor y lo detendrán por hacerse pasar por cura. De manera que se inclina sobre el tío tendido, junta las manos para hacer como que está rezando y murmura una solemne tontería que una vez oyó en una película. Luego se incorpora, hace la señal de la cruz y se larga. Divertido, ¿no?
Paul Auster. LA NOCHE DEL ORÁCULO. Edit. Anagrama