ALFABETICAMENTE HABLANDO...

abandono ahogado album aldea alojamiento amor anecdota animales antigüedad arte aseo astronomía ATXAGA AUB AUSTER BAUSCH BAXTER belleza BERGER beso BORGES BRECHT BUKOVSKI CALVINO camino campo CAPOTE casa casado cazador celos centro comercial CHEJOV cielo ciencia ciudades COETZEE colores comunicación comunión. iglesia conductor cuento cuerpo cuidar cura DELIBES deseo desgracia despertar desprecio difuntos dinero dios diseño disfraz dormir DOSTOIEVSKI duda edad emigrantes enfermedad equivocarse escritor espejo estrellas estúpido excepción fábula fecha festín fiesta filosofía flores franceses frío frontera fuego GALDOS GALEANO GARCÍA MARQUEZ GLANTZ gramática griegos GROUCHO MARX héroe hielo HIERRO historia hospital hotel humanidad idiomas imaginación imprescindible insomnio invento invierno IWASAKI jefes juego KAFKA KALFUS KARINTHY KRAUS LABARI laberinto ladrón leer lenguas lento libros LLAMAZARES llaves lluvia maestros MAGRIS mandar MANKELL manos MARGARIT matemáticas memoria mentira MILLÁS mirar MONZO muerte mujer MUÑOZ MOLINA MURAKAMI museo naciones naturaleza NIETZSCHE niños noticias O`CONNOR obedecer ojos olvidar oso OZ PAASILINNA paisajes patio patria pensamiento pérdida PEREZ ESTRADA pies pobreza precio prisa progreso PRON pueblo recordar reglas religión resucitar RIECHMAN riqueza RIVAS rosas rurales rusos sabiduría SANCHEZ FERLOSIO sangre SANTANA SAROYAN SHEPARD sinceridad sirena soledad sombras sueño SWIFT TABUCCHI tortura trabajo tristeza universo urbanismo vanidad VARGAS LLOSA veintitantos ventana ver verdad viajar vivir WILCOCK WILDE zapatos ZWEIG

20100522

E... DE ESTUPIDO

Estamos en una sociedad competitiva. Quieren que tú pierdas para que ellos puedan ganar. Es algo enraizado muya dentro (…) Los conductores lentos quieren bloquearte, los rápidos quieren adelantarte. Yo me mantengo a 110, así que adelanto y me adelantan. No me importan los conductores rápidos. Me quito de su camino y los dejo pasar. Los que te irritan son los que van a 90 por el carril rápido (…) Ves lo suficiente  de la cabeza y el cuello del conductor que tienes delante como para poder hacerte una idea de cómo es. Y la idea que te haces es que es una persona con el alma dormida, y al mismo tiempo amargada, burda, cruel y estúpida.
Y ahora oigo una voz que me dice “Eres estúpido si piensas así. El estúpido eres tú” Charles Bukovski. EL CAPITÁN SALIÓ A COMER.



20100511

M... DE MANOS



Las dos manos se levantaron de la cama a la vez, pero la derecha se puso a trabajar en seguida: afeitó la cara, lavó el cuerpo, buscó los calcetines y luego, en la cocina, asió la taza y la llevó a la boca. Antes de salir a la calle aún tuvo que ocuparse de cerrar puertas y dejar una nota para la asistenta en la nevera. No paraba. Y la izquierda, siempre a remolque, colaboraba de mala gana en tareas auxiliares y luego se refugiaba en el bolsillo.
Juan José Millás. CUENTOS A LA INTEMPERIE

20100505

F... DE FUEGO




El mundo es un mar de fueguitos. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos bobos no alumbran ni queman, pero otros arden la vida con tantas ganas que quien se acerca, se enciende.
Eduardo Galeano. AMARES (Alianza)

A... DE ALDEA

José Arcadio Buendía, que era el hombre más emprendedor que se vería jamás en la aldea, había dispuesto de tal modo la posición de las casas, que desde todas podía llegarse al río y abastecerse de agua con igual esfuerzo, y trazó las calles con tan buen sentido que ninguna casa recibía más sol que otra a la hora del calor. En pocos años, Macondo fue una aldea más ordenada y laboriosa que cualquiera de las conocidas hasta entonces por sus 300 habitantes. Era en verdad una aldea feliz, donde nadie era mayor de treinta años y donde nadie había muerto.
Gabriel García Márquez. CIEN AÑOS DE SOLEDAD (DeBolsillo).

S... DE SOÑAR

Sueño que estoy en una habitación, quiero escaparme y solo hay una ventana. Me doy cuanta de que sólo puedo escaparme por esa alta ventana que está muy cerca del cielo raso. Logro trepar hasta ella, me tiro al otro lado y al caer compruebo que la otra habitación es la misma. Comprendo que si sigo huyendo esto va a seguir repitiéndose y entonces siento un poco de asco, de horror, y antes de despertarme me digo: ¡pero si este es el sueño del laberinto! Como hay otras gentes conmigo, les aviso que no se preocupen, que es el sueño del laberinto y que no tiene importancia porque voy a despertarme. Y efectivamente, al rato compruebo que tengo razón, y me despierto.
Jorge Luís Borges. CONFESIONES.