Estamos en una sociedad competitiva. Quieren que tú pierdas para que ellos puedan ganar. Es algo enraizado muya dentro (…) Los conductores lentos quieren bloquearte, los rápidos quieren adelantarte. Yo me mantengo a 110, así que adelanto y me adelantan. No me importan los conductores rápidos. Me quito de su camino y los dejo pasar. Los que te irritan son los que van a 90 por el carril rápido (…) Ves lo suficiente de la cabeza y el cuello del conductor que tienes delante como para poder hacerte una idea de cómo es. Y la idea que te haces es que es una persona con el alma dormida, y al mismo tiempo amargada, burda, cruel y estúpida.
Y ahora oigo una voz que me dice “Eres estúpido si piensas así. El estúpido eres tú” Charles Bukovski. EL CAPITÁN SALIÓ A COMER.
ALFABETICAMENTE HABLANDO...
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20100522
20100511
M... DE MANOS
Juan José Millás. CUENTOS A LA INTEMPERIE
20100505
F... DE FUEGO
El mundo es un mar de fueguitos. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos bobos no alumbran ni queman, pero otros arden la vida con tantas ganas que quien se acerca, se enciende.
Eduardo Galeano. AMARES (Alianza)
Eduardo Galeano. AMARES (Alianza)
A... DE ALDEA
José Arcadio Buendía, que era el hombre más emprendedor que se vería jamás en la aldea, había dispuesto de tal modo la posición de las casas, que desde todas podía llegarse al río y abastecerse de agua con igual esfuerzo, y trazó las calles con tan buen sentido que ninguna casa recibía más sol que otra a la hora del calor. En pocos años, Macondo fue una aldea más ordenada y laboriosa que cualquiera de las conocidas hasta entonces por sus 300 habitantes. Era en verdad una aldea feliz, donde nadie era mayor de treinta años y donde nadie había muerto.
Gabriel García Márquez. CIEN AÑOS DE SOLEDAD (DeBolsillo).
Gabriel García Márquez. CIEN AÑOS DE SOLEDAD (DeBolsillo).
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urbanismo
S... DE SOÑAR
Sueño que estoy en una habitación, quiero escaparme y solo hay una ventana. Me doy cuanta de que sólo puedo escaparme por esa alta ventana que está muy cerca del cielo raso. Logro trepar hasta ella, me tiro al otro lado y al caer compruebo que la otra habitación es la misma. Comprendo que si sigo huyendo esto va a seguir repitiéndose y entonces siento un poco de asco, de horror, y antes de despertarme me digo: ¡pero si este es el sueño del laberinto! Como hay otras gentes conmigo, les aviso que no se preocupen, que es el sueño del laberinto y que no tiene importancia porque voy a despertarme. Y efectivamente, al rato compruebo que tengo razón, y me despierto.
Jorge Luís Borges. CONFESIONES.
Jorge Luís Borges. CONFESIONES.
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