Aboguin y el doctor estaban frente a frente y, encolerizados, proseguían infiriéndose mutuamente inmerecidas ofensas. Parecía como si nunca en su vida, ni siquiera delirando, hubiesen pronunciado tantas palabras injustas, crueles y absurdas. En los dos revelóse marcadamente el egoísmo del desgraciado. Los desgraciados son egoístas, maliciosos, injustos, crueles y menos capaces aun que los tontos de comprenderse uno al otro. La desgracia, en vez de unir, separa a la gente, y hasta allí -donde parecería que los hombres debieran estar ligados por el dolor común, se cometen más injusticias y crueldades que en un medio relativamente satisfecho.
Antón Chejov. Enemigos, Cuentos de Chejov. Edit Petronio.